Piero Ferrucci:
El
poder de la bondad.
La bondad hace a las personas más sanas y felices. Es la actitud
más económica y pragmática que existe, puesto que nos permite ahorrar
mucha energía en sospechas, preocupaciones, resentimientos,
manipulación y reacciones a la defensiva. En este libro sencillo e
inspirador, su autor nos demuestra que, en este momento crucial para la
humanidad, la bondad no es un lujo sino una necesidad. Ser bondadoso
con los demás es hacerse, además, el mejor regalo a uno mismo.
Beneficios de la bondad.
Si
la larga evolución humana ha prosperado no ha sido sólo por la
capacidad de adaptación, y desde luego no por los episodios de
violencia y opresión, que son los que han puesto en peligro tantas
veces la supervivencia del ser humano y del planeta mismo. Según Pietro
Ferruci, autor de "El poder de la bondad" (Urano), el motivo
de nuestra supervivencia a través de los milenios se debe, sobre todo,
a nuestra capacidad para la bondad y para cuidarnos los unos de los otros
en nuestras comunidades más próximas. En el siglo XXI, una persona
bondadosa no es un mutante en un mundo violento. Es un ser humano que
sabe y debe sacar el mejor partido de las facultades que nos han
ayudado a lo largo de nuestra evolución. El autor nos explica cómo
desarrollarla en su máximo potencial a través de la práctica de esas
facultades que tantas veces nos han salvado la vida, como la alegría,
la lealtad, la gratitud o el respeto, entre muchas otras.
Según
el psiquiatra Alberto Alberti, el amor que no se expresa se convierte
en odio, la alegría que no proporciona gozo se convierte en depresión.
Sí -coincide y concluye Piero Ferrucci-: estamos hechos para la bondad.
La bondad es el estado natural del ser humano en el que la vida puede
fluir felizmente y desarrollar su máximo potencial.
2. Beneficios de la bondad.
Según Sharon Salzberg, en su libro "Loving Kindness", Buda
enumera los beneficios de la bondad de la siguiente manera:
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La persona bondadosa:
1. Dormirá con facilidad.
2. Se despertará con facilidad.
3. Tendrá sueños agradables.
4. La gente la querrá.
5. Los "devas" (ángeles o seres celestiales) y los
animales le amarán.
6. Los "devas" la protegerán.
7. Los peligros externos no la lastimarán (no en la misma medida
que desde una actitud de odio o resentimiento).
8. Lucirá un rostro radiante.
9. Su mente será serena.
10. No morirá en un estado de confusión.
11. Renacerá en un ámbito feliz.
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3. Procura ser un poco más bondados@.
Siendo ya anciano, el gran autor inglés Aldous Huxley, pionero en la
investigación de las técnicas destinadas a desarrollar los potenciales
humanos, respondió así a una pregunta que escuchaba reiteradamente,
sobre cuál es el sistema más eficaz para transformar nuestra vida:
"No deja de ser desconcertante que después de tantos años de
investigación y experimentación deba decir que la respuesta más
acertada es: simplemente, procura ser un poco más bondadoso".
Piero Ferrucci está convencido de que, como seres humanos, sólo
tendremos futuro si pensamos con el corazón.
En "El poder de la bondad", nos hace una lista de una serie
de cualidades (18) que nos inducen a ello y nos permiten vivir una vida
más sana y feliz.
1. La honestidad.
Ser transparentes es un alivio, el no tener que fingir
simplifica nuestra vida. Debes dejar que los otros te conozcan sin
mentiras ni dobleces. Tan pronto como te vuelvas realmente
transparente, empezarás a sentirte mejor. Pero la honestidad es una
conquista. Debemos aprender paulatinamente, lo cual hace que seamos más
fuertes y maduros.
Escribir sobre nosotros mismos es una buena forma de conectar con
nuestras emociones, una autorrevelación.
2. El calor humano.
El
efecto del calor y la bondad son duraderos. Piensa cómo un encuentro
con una persona cálida y amable hace que te sientas mejor. Cuando
acariciamos a un gato que ronronea de gozo, ¿quién da y quién recibe
calor? O cuando disfrutamos de la compañía de alguien, ¿quién da y
quién recibe ternura? Si damos calor, no terminamos sintiendo frío; el
beneficio es simétrico.
El calor no sólo confirma lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser.
3. El perdón.
El
perdón significa que no deseas seguir albergando ira debido a una vieja
ofensa y, por ende, amargándote la vida. A veces el perdón es el único
remedio para aliviar un intenso sufrimiento. Una persona incapaz de
perdonar es comparable a una ciudad con el tráfico congestionado:
calles bloqueadas, coches atascados con el motor en marcha, que no
pueden circular, exhalando humos que contaminan el ambiente. Ese es el
estado del resentimiento: la energía vital bloqueada, entorpeciendo el
pensamiento, envenenando la vida.
4. El contacto.
El aislamiento social se considera un peligro tan grave para la
salud como el fumar. Está ligado a una mayor incidencia de enfermedades
cardiacas, trastornos del sueño, depresión, dolor de espalda, deterioro
de la memoria, etc. Es la tragedia de una persona incapaz de abrirse a
las demás, que se siente como si proviniera de otro mundo, que pide lo
imposible, que se distancia de todos. Desarrollar el contacto humano
(emocional o físico) nos ayuda a sentir en conexión y derrite las
armaduras más difíciles.
5. Sentirse integrado.
Formar
parte de un grupo o una comunidad te reporta numerosos beneficios. Hace
que te sientas reconocido, te permite interactuar con las demás
personas y elimina el terrible espectro de la soledad. Pero es
importante evitar que la pertenencia a un grupo te separe más de
"los otros". La clave reside en la bondad de la mirada.
6. La confianza.
Confiar es apostar. Cada vez que confiamos en alguien, nos la
jugamos. Pero la alternativa es peor, porque si no nos arriesgamos no
conseguimos nada. La confianza tiene la propiedad de relajar las
inhibiciones y resolver viejos traumas. Las dudas, los temores y los
recelos que arrastramos no sólo nos impiden progresar sino que
erosionan nuestra energía. La confianza nos aproxima a los demás. Sin
embargo, espera sólo lo que las personas quieran ofrecer libremente;
vigila tus exigencias. Las personas que esperan demasiado (sin
consultar a las demás) son las que luego van quejándose de que "el
mundo no es de fiar" y "la gente les falla".
7. Prestar atención.
Lo
único que realmente cuenta es el momento presente. Deshazte de miedos y
preocupaciones y sumérgete en el momento que te toca vivir, disfrutarás
mejor lo que te ocurre y evitarás desaprovechar oportunidades que pasan
por tu lado continuamente. Lo único que diferencia a las personas
"afortunadas", que sienten que su vida está llena de
casualidades a su favor, de las demás, es que éstas están más relajadas
y tienden a ver no sólo lo que buscan sino también lo que no buscan,
abiertas a lo novedoso e inesperado, y capaces de reconocer sus
oportunidades.
8. La empatía.
Se trata de la expansión de la conciencia. Si te muestras
insensible a las emociones de los demás cada relación se convierte en
una farsa imposible. La empatía es el mejor medio de construir y
mejorar una relación. Pero ésta no es una cualidad fácil, alegre y
desenfadada. Para que sea plena y auténtica, debes mantener una
relación saludable también con tu sufrimiento y el de los demás.
9. La humildad.
Recuerda:
no eres la única persona que cuenta. En ocasiones la humildad es dura,
incluso dolorosa. Pero en todo caso, siempre es beneficiosa. Con
frecuencia nos volvemos más humildes después de un fracaso;
comprendemos que somos falibles y vulnerables. Y ese descubrimiento nos
acerca a las demás personas. Porque en nuestras imperfecciones, nos
reconocemos en las imperfecciones de los demás, y eso hace nuestros
juicios más suaves y nuestra aceptación más plena.
10. La paciencia.
La
virtud de la paciencia se demuestra en primer lugar al tratar con
personas difíciles, las que se niegan a escuchar la voz de la razón,
las que pierden los estribos a la primera de cambio, las que se niegan
a ceder. Nuestra reacción al enfrentarnos a ellas suele ser de
irritación, o bien expresamos nuestro enojo o sufrimos en silencio.
Pero también cabe la posibilidad de practicar el arte de la paciencia y
ayudar a esas personas a que se sientan mejor consigo mismas.
La paciencia no es tan enojosa y aburrida como creemos, es una
percepción distinta del tiempo.
11. La
generosidad.
Ser generoso es arriesgado. La generosidad significa derrotar viejos
temores (a la pérdida), y significa también redefinir nuestros límites.
Entonces se produce en nosotros una profunda transformación. Para la
persona generosa los límites son permeables. Lo que es tuyo -tu
sufrimiento, tus problemas- también es mío: esto es compasión. Lo que
es mío -mis bienes, mi cuerpo, mis conocimientos y facultades, mi
tiempo y mis recursos, mi energía- también es tuyo: esto es
generosidad.
12. El respeto.
La
forma en que miramos a los demás nunca es neutral, puesto que
transformamos lo que vemos. El respeto consiste en molestarte en
conocer a fondo a la persona que tratas, reconocerla como una persona
real y única. No tratarla como algo invisible o un estereotipo, sino
como merecedora de interés y apreciación. Tratar con ella no sólo
porque responde a una demanda y la necesitas, sino por ser quien es. No
dejarla atrapada en la falsa idea que tienes de ella, sino aceptarla
por lo que es y, sobre todo, por lo que puede llegar a ser. El respeto
consiste en ver realmente a la otra persona como alguien que existe.
Con frecuencia los juicios de valor van acompañados del deseo de
controlar, algo muy alejado del respeto.
13. La flexibilidad.
La
flexibilidad es una forma de sabiduría práctica, una inteligencia que
vive en el presente, que intuye el cambio y posee la maleabilidad
necesaria para adaptarse a las nuevas circunstancias. Un tipo de
sabiduría que nos ayuda a comprender que no podemos controlar cada
elemento de nuestra existencia. La flexibilidad no es sólo una
estrategia útil sino una cualidad espiritual. Significa librarnos de
las ataduras, prestar atención al presente, aceptar las cosas como son.
Si somos capaces de renunciar incluso a las creencias a las que estamos
más apegados, podremos abrirnos a otras nuevas, a la paradoja y el
absurdo. Esto es creatividad. Una actitud que se convierte en una forma
de vida e incluso en un camino espiritual.
14. La memoria.
En nuestra mente narcisista, las otras personas sólo existen
cuando las vemos, las tocamos, las escuchamos o cuando pensamos en
ellas. Recordar es vivir. Olvidar es morir. Las personas que pertenecen
a nuestra historia forman parte de nosotros, y necesitamos su presencia
y apoyo para sentirnos fuertes e íntegros. Incluidas aquellas que ya no
nos son útiles.
No comprenderemos las relaciones que mantenemos con los demás si no
entendemos profundamente hasta qué punto nuestras vidas están
entretejidas con el pasado, el presente y el futuro, hasta qué punto
forman parte unas de otras, y hasta qué punto cada uno de nosotros es
todos los demás.
15. La lealtad.
La
capacidad de durar a pesar de los momentos difíciles y problemáticos es
un ingrediente esencial de la bondad, se llama lealtad. A las personas
que no son leales les aterroriza analizar sus sentimientos, pues temen
lo que puedan hallar. Temen sostener unas ideas propias, pues eso
equivale a arriesgarse demasiado. Su autoestima es baja, por lo que
tienen que sobrevivir como mendigos, pidiendo apoyo aquí y allá. Al
carecer de seguridad y carácter, les cuesta más ser leales. Lealtad
significa "estar con"; respetar lo que cuenta por encima de
todo y seguir haciéndolo a pesar de los obstáculos.
16. La
gratitud.
La gratitud es ante todo una actitud mental. Se basa en reconocer el
valor de lo que la vida nos ofrece, y el hecho de comprenderlo libera
nuestras emociones. Si reconoces el valor de lo que posees te sentirás
rico y afortunado; si no, te sentirás pobre y desgraciado.
La auténtica gratitud nace cuando están presentes la solidaridad y la
conciencia del mal; de lo contrario sólo se trata de un optimismo falso
y superficial.
Con gratitud la vida resulta más fácil, dejamos de gemir y de
quejarnos, no tenemos que emprender batallas sangrientas ni de alcanzar
victorias imposibles. Comprobamos que la felicidad ya está aquí. Que ya
existe, delante de nuestros ojos.
17. El servicio.
Cuando alguien tiene un gesto amable con nosotros solemos
recordarlo durante mucho tiempo, quizás siempre. Puedes prestar
pequeños servicios en detalles cotidianos como sostener la puerta para
dejar que pase alguien, demostrar tu aprecio, ofrecer tu asiento en el
autobús. Intenta hacer de tu trabajo, de tu rutina, un servicio amable
siempre que puedas. El servicio no es sólo lo que uno hace sino lo que
uno es. En ocasiones una persona, con su mera presencia, hace que nos
sintamos mejor, más en contacto con nosotros mismos y más contentos. Un
gran servicio.
Otra forma de servicio es cualquier forma de voluntariado o ayuda
gratuita a otras personas.
18. La
alegría.
Es
nuestro estado natural, estamos programados para ser alegres. La
alegría constituye la base de la bondad porque la auténtica bondad sólo
puede ofrecerse con alegría. Y el sentido del humor es un gran
ingrediente. El perfeccionismo o el sentido de culpa obstaculizan la
alegría, pero el simple hecho de detectarlos nos acerca un poco más a
esa puerta. También ayuda preguntarnos qué nos hace felices y
regalarnos esas situaciones siempre que podamos. Con la práctica,
cualquier cosa que lleguemos a hacer, incluso aquéllas que requieran
esfuerzo y sacrificio, pueden llegar a ser realizadas con alegría.
Cualquier acto de bondad, con alegría, será más auténtica y mejor
recibida por ambas partes.
Piero Ferrucci nació
en Turín (Italia). Licenciado en Filosofía,
posteriormente estudió con
el fundador de la psicosíntesis, Roberto Assagioli. Ha seguido muy de
cerca y en profundidad la obra de Aldous Huxley, recopilando parte de
sus conferencias inéditas y publicando, junto con Laura Huxley, una de
sus obras más conocidas, "El niño de tus sueños".
Ejerce como psicoterapeuta en Florencia desde hace tres décadas.
Actividad que alterna con las conferencias que imparte por todo el
mundo. Actualmente vive con su esposa y sus tres hijos en la campiña
toscana.
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